Méndez Silva, en su libro Población general de España, editado en Madrid en 1645, nos hace saber que Madrid consumía quinientos mil carneros  sacrificados en el Rastro fuera de la Villa, que se llamó así porque, después de muertos los llevaban arrastrando al lugar donde los desollaban. Se hallaba este público matadero saliendo por la Puerta de Toledo ; doce mil vacas, sesenta mil cabritos, diez mil terneras, trece mil cerdos. Se consumían al año en Madrid, noventa mil arrobas de aceite, ochenta mil de vino, mucha caza y aves domésticas. En 1607 ya no se vendía únicamente en la calle, sino que había empezado a abrirse tiendas estables en los edificios, por disposición de los alcaldes.

 

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La Plaza Mayor era el centro de la venta de todos los comestibles, presidida por el edificio de la Panadería. Luego la Plaza de San Martín, la de la Puerta de Santo Domingo y la de la Red de San Luis. Igualmente tuvo su historia de plaza y mercado la llamada Plaza de la Cebada, que desde principios de siglo estuvo dedicada a comercio de granos, tocino y legumbres. Por cierto que durante el Siglo XVII existió en la plaza una fontana, de chocante aspecto, cuya originalidad residía en cuatro osos que vertían agua sobre cuatro tazas labradas. Alrededor de esta fuente y sus plantígrados se reunía lo más granado de la bellaquería de Madrid.